Populismo puro y duro

Las ciencias sociales tienen un problema al definir la expresión populismo, además mantienen un debate permanente en el marco de una teoría política que permita entenderlo. Es por ello que el término populismo es usado vagamente por actores políticos para atacar a sus adversarios -en muchos de los casos parecería que los ven como sus enemigos-, ya que en palabras de Carlos de la Torre son “el repugnante otro”. Vargas Llosa explica que el populismo no entiende de ideologías, por lo tanto, carece de una perspectiva clara de entender el mundo. No se ubica ni a la derecha ni a la izquierda; es decir, ni es frío ni es caliente, se podría calificarlo como tibio, indefinido y que se adecúa a los intereses del momento, a lo que quiere escuchar el votante en campaña electoral. Incluso se diría que es la mentira deliberada, el ofrecimiento irresponsable que busca seducir al elector.

Pero, ¿cuánto de esto hay en el contexto electoral ecuatoriano? Veamos, dejemos que las redes sociales nos ilustren con su contenido y nosotros saquemos conclusiones propias:

Andrés Arauz:

https://fb.watch/26NrkVHXve/

https://youtu.be/mkcNyERHP74/

https://fb.watch/26NF1CoTmX/

Guillermo Lasso:

https://fb.watch/26NRDs5wHZ/

https://twitter.com/ghidalgoandrade/status/1333861515359899654/

https://fb.watch/26QxVFr-ub/

Yaku Pérez:

https://fb.watch/26QRYZpYA9/

https://fb.watch/26R55huxkx/

https://twitter.com/lahistoriaec/status/1324029516608581638?lang=es/

Lucio Gutiérrez:

https://youtu.be/LngTR2b8o0s/

https://fb.watch/26RziFZ2JY/

Y bueno, estos son algunos de los actos y ofrecimientos de unos pocos candidatos que aspiran a llegar al sillón de Carondelet. La pregunta clave es ¿cómo lo van a hacer? Si no saben cómo materializarlo y se dan vueltas para contestar, la respuesta es populismo puro y duro. Y si estas propuestas, ¿lejos de generar consecuencias positivas, causan secuelas negativas, algo así como el remedio es peor que la enfermedad? Nuevamente, es populismo puro y duro. ¿Por qué lo hicieron? Por el voto de unos cuantos, aunque para ello tengan que recurrir a cualquier cosa. Y así… ¿Y los otros candidatos? Aguanten un poquito y verán.

Lo chévere de todo esto, si se lo puede considerar así, es que la Constitución ampara al ciudadano a impulsar procesos de revocatoria del mandato cuando sus gobernantes no cumplen con el programa de gobierno presentado ante el Consejo Nacional Electoral. ¿Pruebas? Regresen a ver a la casa blanca situada en la Plaza de la Independencia. El inquilino de turno no cumplió su plan de trabajo y… Tarán… Sigue ahí, no es así de fácil. Fácil es burlarse de la voluntad popular y que las élites terminen resolviendo quién se va y quién se queda, a quién se le quita y a quién se le da: es el juego del poder, y para obtenerlo y retenerlo recurren al populismo puro y duro, eso sí, vistiéndose siempre de demócratas y cuidando las formas.

 

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